(Artículo redactado en septiembre 2013 para la exposición que realicé en el Hospital Salvador de Chile (Unidad Psiquiátrica). Después de mi exposición dediqué una charla sobre los mecanismos de desintegración en psicoanálisis, aspectos que fueron escritos en mi libro: El regreso a Freud tras el extravío de Lacan.)
En
Neurociencias el "eje HPA" (hipotálamo, hipófisis y glándula
suprarrenal), se activa bajo condiciones de estrés, en donde hay una
serie de hormonas que conectan el eje HPA y activan, a su vez, productos
de la médula suprarrenal, corteza suprarrenal y, especialmente, la
hormona esteroidea del cortisol que es fundamental en la activación
defensiva del cuerpo contra el estrés.
El cortisol (hidrocortisona) es una hormona esteroidea, o glucocorticoide, producida por la glándula suprarrenal.
Las situaciones de estrés
provocan hiperactividad en el núcleo C1 del bulbo raquídeo, desde donde
se envían terminales axónicos al núcleo paraventricular del hipotálamo
que estimulan la producción de CRH. Se activa de esa forma el eje
hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), lo que ocasiona un aumento de la
producción de ACTH y, consiguientemente, de cortisol.
El
cortisol es producido por la zona fasciculada de la corteza
suprarrenal, una de las dos partes de la glándula suprarrenal. Esta
liberación está controlada por el hipotálamo, en respuesta al estrés o a
un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre. La secreción de la
hormona liberadora de corticotropina (CRH) por parte del hipotálamo
desencadena la secreción de la hipófisis de la hormona suprarrenal
corticotropina (ACTH); esta hormona es transportada por la sangre hasta
la corteza suprarrenal, en la cual desencadena la secreción de
glucocorticoides.
La
ACTH es producida por la hipófisis en respuesta al factor hipotalámico
estimulante de corticotropina (CRH). Estos tres órganos del sistema
endocrino forman el eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal (eje HPA).
Vale decir, la ACTH es la hormona, producida por la hipófisis, que
estimula las glándulas suprarrenales para que produzcan cortisol, como
respuesta al estrés.
En el 2009 se presentó un estudio en equipo liderado por Amos
Ben-Zvi, de la Universidad de Alberta en Edmonton, afirmando que cuando
el eje HPA se desplaza de su punto de descanso homeostático natural,
podrían ser incapaz de recuperarse por completo. Cuando eso sucede, la disfunción del eje HPA podría volverse permanente.
Puesto
que el eje HPA ha sido relacionado a trastornos como el síndrome de
fatiga crónica la depresión, el trastorno por estrés postraumático, y la
enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores crearon una intervención
a corto plazo diseñada para ayudar a restaurar el eje HPA normal. Este
método tiene que ver con reducir temporalmente la disponibilidad de
cortisol. La reducción en los niveles de cortisol provoca que el eje HPA
sobrecompense y se vuelva a encaminar a una regulación normal.
Por
otra parte la actividad del eje HPA en los estrés post-traumáticos se
caracteriza por una secreción basal normal y una hipersensibilidad de
los receptores glucocorticoides hipofisiarios, que es independiente del
tiempo transcurrido después del traumatismo. Se hipotetiza que la
hipersensibilidad de los receptores glucocorticoides existiría antes del
trauma (y no secundaria a éste) y sería " un mecanismo protector" que
impediría la neurotoxicidad de una hipercortisolemia crónica con
relación a las estructuras cerebrales vulnerables (por el aumento de la
eficacia de la retroalimentación sobre el eje HPA, en respuesta a un
aumento del cortisol). El origen de esta hipersensibilidad de los
receptores GC podría ser secundaria a un estrés postnatal precoz.
Si la intensidad y duración del estrés sobrepasan ciertos límites, puede producir alteraciones considerables en el cerebro. Pueden incluir desde modificaciones más o menos leves y reversibles hasta situaciones de producir muerte neuronal. El
efecto perjudicial que puede producir el estrés sobre nuestro cerebro
está directamente relacionado con los niveles de hormonas
(glucocorticoides) secretados en respuesta fisiológica. El exceso de
glucocorticoides puede producir toda una serie de alteraciones en
distintas estructuras cerebrales, especialmente en el hipocampo,
estructura que juega un papel crítico en muchos procesos de aprendizaje y
memoria.
Así
como hipertrofia en la amígdala (en respuestas de evitación, ansiedad y
agresión), y tienen influencia directa sobre el núcleo paraventricular
donde promueven la liberación de la hormona liberadora de
corticotropina.
Esto disminuye la capacidad para aprender y
recordar, relacionándose simultáneamente con un aumento en la ansiedad y
agresividad en la persona.
El King College de
Londres identificó la proteína SGK1 como clave en perjuicios a largo
plazo del estrés y su ligazón con la depresión. Pues al agregar
cortisol en cultivos de células para evaluar su actividad en la
neurogénesis, encontraron que la proteína SGK1 es de suma importancia a
la hora de ejercer su predominio sobre las hormonas del estrés en la
neurogénesis y los glucotorticoides.
Los especialistas
confirmaron que la fuerza del cortisol a largo tiempo eleva dicha
proteína y prolonga las consecuencias perjudiciales de las hormonas del
estrés en la neurogénesis.
La SGK1 potencia y mantiene el efecto
a largo plazo de las hormonas del estrés, manteniendo dinámicos a los
receptores de los glucocorticoides (GR) activos, y aun cuando pudieron
normalizarse los alcances del cortisol y, por ende, se logró la baja del
estrés.
También la proteína SGK1 es una mediadora de la
actividad del cortisol sobre la proliferación y diferenciación de las
células progenitoras que dan origen a las neuronas, y tiene particular
relevancia en los trastornos mentales inducidos por el estrés, como la
depresión. la reducción de la neurogénesis se considera parte del
proceso que conduce a la depresión.
Además el efecto del
cortisol en el tiempo se encontró que el aumento de los niveles de SGK1
prolongan los efectos perjudiciales de las hormonas del estrés sobre la
neurogénesis.
Los investigadores utilizaron un compuesto
experimental que permite inhibir el SGK1 y encontraron que bloqueaba los
efectos negativos de las hormonas del estrés, lo que lleva a un aumento
de nuevas células cerebrales. El equipo confirmó los resultados
mediante el estudio de los niveles de SGK1 en animales y en muestras de
sangre de las personas con depresión y, según reconocen, este puede ser
el primer paso de cara a desarrollar tratamientos más potentes para
tratar la depresión, concluyó Christoph Anacker.
La exposición continuada a situaciones de estrés
(a niveles elevados de las hormonas del estrés) puede producir tres
tipos de efectos perjudiciales en el sistema nervioso central, a saber:
1) Atrofia dendrítica:
Retracción de las prolongaciones dendríticas que se produce en ciertas
neuronas. Siempre que termine la situación de estrés, se puede producir
una recuperación de la arborización dendrítica. Por lo tanto, puede ser
un proceso reversible.
2)
Neurotoxicidad: Proceso que ocurre a consecuencia del mantenimiento
sostenido de altos niveles de estrés o GC (durante varios meses), y causa la muerte de neuronas hipocampales.
3) Exacerbación de distintas situaciones de daño neuronal: Mecanismo importante por el cual, si al mismo tiempo que se produce una agresión neural (apoplejía, anoxia, hipoglucemia, etc.) coexisten altos niveles de GC, se reduce la capacidad de las neuronas para sobrevivir a dicha situación dañina.
En
el artículo de Neurobiología del estrés por Duval, González y Rabia
(2010) describen que el síndrome general de adaptación se descompone
también en tres fases:
1-
Fase de alerta: En reacción a un estresor, el hipotálamo estimula las
suprarrenales (en su parte medular) para secretar la adrenalina, cuyo
objetivo es suministrar la energía en caso de urgencia. Se producen
respuestas del organismo como un aumento de la frecuencia cardíaca, una
vasodilatación, un aumento de la vigilancia (puesta en juego también por
la noradrenalina [NA]).
2- Fase
defensa (o resistencia): Si el estrés se mantiene, activa las
suprarrenales (en la zona fasciculada) secretando un segundo tipo de
hormona, el cortisol. Su papel, es esta vez, el de mantener constante el
nivel de glucosa sanguínea para nutrir los músculos, el corazón, el
cerebro. Por una parte, la adrenalina suministra la energía de urgencia;
por otra, el cortisol asegura la renovación de las reservas. Es una
fase de resistencia, el organismo debe “aguantar”.
3- Fase
de agotamiento (o de relajamiento): Si la situación persiste acompañado
de una alteración hormonal crónica (con consecuencias orgánicas y
psiquiátricas). Cuando persiste todavía más, es posible que el organismo
se encuentre desbordado, inclusive agotado, en donde poco a poco las
hormonas secretadas son menos eficaces y comienzan a acumularse en la
circulación. Resultando que el organismo está invadido de hormonas que
tendrán un impacto negativo sobre la salud.
De este modo, el estrés
repetido genera, en fase de agotamiento, una hipercortisolemia crónica.
Así mismo se ha demostrado que la hipercortisolemia podía ser
neurotóxica para las estructuras cerebrales vulnerables como el
hipocampo. La “neurotoxicidad” se manifiesta al nivel del hipocampo por
una atrofia de las neuronas piramidales CA3 del cuerno de Amón y por una
disminución del volumen y del número de neuronas del gyrus dentado.
Esta atrofia hipocámpica secundaria al estrés implicaría:
1. Disminución de la neurogénesis.
2. Disminución
de la síntesis de factores neurotróficos como el brain-derived
neurotrophic factor (BDNF) que inhibe la apoptosis celular.
3. Un aumento de la excitotoxicidad (glutamato) debido a una pérdida glial.
4. Neurotoxicidad debido a la hipercortisolemia (disminución de la neuroplasticidad, inicialmente reversible, después permanente).
En el hombre, la disminución del volumen del hipocampo se ha correlacionado con:
• Los niveles de cortisol (en caso de enfermedad de Cushing).
• La duración y la intensidad de la depresión.
• Con la duración de la exposición al estrés en caso de estrés postraumático (PTSD).
Las
perturbaciones del eje corticotrópico son la anomalía neuroendocrina
más frecuentemente descrita en psiquiatría en el curso de los episodios
depresivos severos donde se ha puesto en evidencia, por la gran mayoría
de los estudios, una hipersecreción del cortisol. La hipercortisolemia
modifica la funcionalidad del sistema noradrenérgico. La no-radrenalina
(NA) es un neuromediador clave en la fisiopatología de la depresión.
En breve resumen, si la suma de estradiol no logra reducirse, la
angustia puede asumir un efecto de tóxico provocando daños en distintos
órganos, sobretodo el hipocampo. Por tanto, se produce la destrucción
neuronal e inhibe la producción de la neurogénesis en la zona hipocampal
donde se registra la memoria.
De este modo, podemos comprender que
la incapacidad de insight clínico, del no comprender o producir nuevos significados de las interpretaciones o intervenciones, la
incapacidad de generar nuevos relatos o discursos de vida, etc, tendrían
relación con lo visto anteriormente por el efecto de la proteína SGK1
con la neurogénesis en el hipocampo.