sábado, 27 de marzo de 2021

Mística Teología de Lacan o la Epistemología mediocre para incautos

 Iniciando su Creacionismo teologico (antiguo testamento), como sombrero de mago ex-nihilo del vacio y la nada.
Lacan S.7 dice: "si ustedes consideran el vaso desde la perspectiva que promoví primero, como un objeto hecho para representar la existencia del vacío en el centro de lo real que se llama la Cosa, ese vacío tal como se presenta en la representación se presenta como un nihil, como nada y por eso el alfarero, al igual que ustedes a quien les hablo, crea el vaso alrededor de ese vacío con su mano, lo crea igual que el creador mítico, ex nihilo, a partir del agujero.
Todo el mundo hace bromas sobre el macarrón que es un agujero con algo alrededor o también sobre los cañones. Reír para nada cambia lo que hay allí -hay identidad entre el modelamiento del significante y la introducción en lo real de una hiancia, de un agujero (...) La introducción de ese significante modelado que es el vaso, es ya la noción íntegra de la creación ex nihilo. Y la noción de la creación ex nihilo resulta ser coextensiva de la situación exacta de la Cosa como tal."

Lo que va en plena concordancia con lo que Lacan (1968) en S.16 enuncio sobre el Pote: "El pote, lo llamé de mostaza para destacar que lejos de contenerla forzosamente, es, precisamente por estar vacío que él toma su valor de pote de mostaza. A saber, que es porque la palabra mostaza (moutarde) está escrita encima, pero mostaza que quiere decir que a él lo vacía tarde (moule lui tarde), a ese pote, para alcanzar su vida eterna de pote, que comienza en el momento en que él será agujereado; pues es bajo este aspecto, a través de los tiempos, que lo recogemos en las excavaciones, a saber, buscando en tumbas lo que nos testimonia del estado de una civilización. El pote está agujereado, se dice, en homenaje al difunto y para que el viviente no pueda servirse de él. Esta es, con seguridad, una razón . Pero existe quizá otra que sería ésta: que ese agujero estaría hecho para producir, para que ese agujero se produzca".

Puntualmente Lacan (1961) remite que "es la estructura de este lugar la que exige que EL nada esté en el principio de la Creación, y que, promoviendo como esencial en nuestra experiencia la ignorancia en que está el sujeto de lo real de quien recibe su condición, impone al pensamiento psicoanalítico el ser creacionista, entendamos con ello el no contentarse con ninguna referencia evolucionista. Pues la experiencia del deseo en la que le es preciso desplegarse es la misma de la carencia de ser por la cual todo ente podría no ser o ser otro, dicho de otra manera, es creado como existente".

Rodulfo (2013) allí lo critica: "El pensamiento lacaniano, donde la pérdida no se referiría a algún avatar histórico, evolutivo o bien del orden de lo traumático, pues estaría inscripta en la estructura misma de la experiencia [...] el objeto sería a priori un objeto perdido, así como la experiencia antes que toda otra cosa sería de pérdida [...] algo que es imposible someter a prueba alguna: es inverificable clínicamente [...] una pérdida sobre el fondo de otra, que se inscribe como una categoría ontológica que coloca la ausencia en el lugar exacto en donde la metafísica clásica colocaba la presencia a sí del ser."

Diferente lo aborda Zizek en su libro "Mirando al sesgo" donde teologiza adhiriendo: "el vacío primordial en torno al cual circula la pulsión, la falta que asume una existencia positiva en la forma informe de la Cosa (das Ding), Ia sustancia imposible-inalcanzable del goce. Y el objeto sublime es precisamente "un objeto elevado al a dignidad de la Cosa, es decir un objeto común, cotidiano, que sufre una especie de tran-sustanciación y comienza a funcionar, en la economía simbólica del sujeto, como corporización de la Cosa imposible, como la NADA materializada." (p.141)

A estos tipos de nadas o místicas, Lacan (1962) en el S. 9 procura distinguir, “nada fundamental” del “vacío”: “este vacío es diferente de lo que está en cuestión en lo que concierne a a, el objeto del deseo. El advenimiento constituido por la repetición de la demanda, el advenimiento metonímico, lo que desliza y es evocado por el deslizamiento mismo de la repetición de la demanda, a, el objeto del deseo, no podría ser evocado de ningún modo en ese vacío, rodeado aquí, por el bucle de la demanda. Hay que situarlo en ese agujero, que nosotros llamaremos el nada fundamental para distinguirlo del vacío de la demanda, el nada donde es llamado al advenimiento el objeto del deseo”.

Por lo tanto, Lacan define su “estructurado” acudiendo a un sujeto ($) desfalleciente que es agujerado por la cadena significante, vale decir, tal como una aguja donde se inserta un hilo (cadena significante), el sujeto sería ese “casillero vacío” ahuecado donde se traslada a través de la cadena, de lo que resulta que “un significante representa a un sujeto para otro significante”, el sujeto nunca detiene dicha función abierta a su desplazamiento perpetuo (perpetuo por haber perdido su causa o "Cosa").

Lacan (1956) en la Dirección de la cura afirma que: "Este momento de corte está asediado por la forma de un jirón sangriento: la libra de carne que paga la vida para hacer de él el significante de los significantes, como tal imposible de ser restituido al cuerpo imaginario; es el falo perdido de Osiris embalsamado".
Así mismo, Lacan (1953) en Función y campo de la palabra dice a modo místico: "Así el símbolo se manifiesta en primer lugar como asesinato de la Cosa, y esta muerte constituye en el sujeto la eternización de su deseo".
En esta supuesta “Cosa” como desarrollamos, no está ajeno, una vez más, a la lógica del Significante que son la “l-e-t-r-i-t-a” cuando mata místicamente o da muerte a la mágica “Cosa”.

Lacan retrocede desde Darwin y regresiona a una posición afín de la Iglesia, "con la diferencia de que el lenguaje, en lugar de recibirlo de Dios, surge extrañamente de la nada, de un vacío, ex-nihilo (Rodulfo, 2012). Puntualmente Lacan (1961) comentando el informe de Lagache remite que es "la estructura de este lugar la que exige que el nada esté en el principio de la creación (...) impone al pensamiento psicoanalítico el ser creacionista, entendamos con ello el no contentarse con ninguna referencia evolucionista. Pues la experiencia del deseo en la que le es preciso desplegarse es la misma de la carencia de ser por la cual todo ente podría no ser o ser otro, dicho de otra manera, es creado como existente".



Aunque Freud buscó descentrar al Yo como eje de la subjetividad, la tentación de poner nuevamente algo en el centro fue algo que tuvo avances y retrocesos. Lacan puso en el centro a LA Falta, la nada, lo vacío, ausencia estructural, el no-todo (etc), cambiando la religión cristiana centrada en la Cruz por la religión de la barra $.

el sujeto epistemológico lacaniano es un sujeto ahuecado como casillero vacío en falta, en afanisis desfalleciente, en hiancia y peor aún, intervalo justito-justito entre los significantes, lo cual a mí me parece pura teología 2.0 sin ningún ápice cercano a la complejísima metapsicologia de Freud de las huellas mnémicas que carece en la función de $ujeto lacaniano. Consignas epistémicas lacanianas usando el conjunto vacío, "EL" agujero central, "LA" falta, el mágico Das ding y la nada ex-nihilo, son místicidades que no tienen diferencias con la psicología transpersonal, en donde lo que era antes la presencia en sí misma del ser pleno metafísico se invierte en el mismo lugar pero como falta o ausencia.

Prosiguiendo al S. 19, Lacan (1972) añade al respecto que: “En cuanto al conjunto vacío, en el principio de la teoría de conjuntos se afirma que solo puede ser Uno. Se plantea entonces que ese Uno - la nada [nade] en la medida en que ella está en el principio del surgimiento del Uno numérico, a partir del cual se constituye el número entero- es desde el origen el conjunto vacío mismo. Interrogamos esta estructura en la medida en que, en el discurso analítico, el Uno se sugiere como situado en el principio de la repetición. Aquí se trata entonces del tipo de Uno que resulta marcado por nunca ser más que el Uno de una falta, de un conjunto vacío”

Frente a lo mencionado, fue el mismo yerno de Lacan, J.A Miller (1999) quien plantea en cómo se "describe progresivamente un Otro cada vez más inflado, más enorme. Al comienzo, en El seminario 2, es el Otro sujeto. En El seminario 5 es el lugar del código, que se torna abstracto, un lugar simbólico, supraindividual, inmortal, casi anónimo. Finalmente se vuelve sinónimo del campo mismo de la cultura, del saber; es el lugar de las estructuras del parentesco, de la metáfora paterna, del orden del discurso, de la norma social. Puede confundirse tanto con el dios de los filósofos como con el dios de Abraham, y al mismo tiempo incluye su ausencia de garantía. El Otro entonces es siempre en Lacan una suerte de englobante completamente inflado, enorme, que implica casi todo -casi porque queda exceptuado el sujeto. Al mismo tiempo, lo utilizamos de tal manera que puede encarnarse en un ser (el padre, la madre, etc.), y estar lógicamente reducido a la articulación mínima de un significante con otro significante.
Respecto de esto, ¿cómo nos servimos del sujeto? Siempre está ligado al Otro como por un sistema de vasos comunicantes: cuanto más se infla el Otro, más se reduce el sujeto a su mínima expresión. En ese momento, Lacan lo escribe con una S mayúscula, lo designa en su inefable y estúpida existencia, como se expresa; está reducido a casi nada justamente porque todas sus determinaciones están en el Otro. La operación lacaniana, la operación conceptual consiste en separar, con el nombre del sujeto y del Otro, al sujeto de todas sus determinaciones, que son transferidas al Otro (...) Correlativamente, cuanto más se infla el Otro, más se vacía el sujeto hasta confundirse con un agujero, con diferentes modos del agujero. Y esto condujo a Lacan a su símbolo $, a utilizar la teoría de los conjuntos y a identificar al sujeto con el conjunto vacío
."

Recapitulando en su reducción, “Lacan, al contrario de Saussure, minimiza todo lo que puede el lazo significante/significado, al punto de reducir a veces el significado a la monotonía de una napa de “significancia” que únicamente sería singularizada por el corte, único y discreto en su materialidad, de cada significante. Porque le importa ante todo la otra cara del significante, aquella que se abre al lazo hacia el otro significante, que genera esa aptitud para crear ese tan propicio “entre dos” significantes del que hace, a partir de 1959, el albergue del sujeto” (Gaufey, 2009).

Cobra suma relevancia tener en cuenta lo que dijo Sartre en Crítica de la razón dialéctica: "si no queremos que la dialéctica vuelva a ser una ley divina, una fatalidad metafísica, tiene que provenir de los individuos y no de no sé qué conjuntos supraindividuales".

No olvidemos la noción de sujetos parlantes poscuerpo fue fundado y originado por Lacan mismo: “No hay la más mínima realidad prediscursiva, por la buena razón de que lo que se forma en colectividad, lo que he denominado los hombres, las mujeres y los niños, nada quiere decir como realidad prediscursiva. Los hombres, las mujeres y los niños no son más que significantes”. Preciado no tiene mucha originalidad frente a Lacan.

Para más detalles, ejemplos y autores citados, véase en mi libro: El regreso a Freud tras el extravío de Lacan (2018)