martes, 14 de junio de 2022

Psicoanálisis Intersubjetivo

Te puede gustar o no el Psicoanálisis Intersubjetivo. Pero es valorable que ellos se hagan preguntas y señalen esos momentos incómodos o pudorosos que surgen en la interacción clínica. A diferencia de las espesas capas de teorías que solo tapan en ideales transparentes el devenir clínico concreto.
Es legítimo y necesario que de entrada ellos derriben el ideal purificado de una clínica higienizada por un "análisis propio limpio", revelando sutilezas que pasas por alto, como el ritmo, turnos de habla, silencios, simetrías-asimetrías que surgen espontáneamente en lo clínico.
 
Cuando lees a Winnicott por ejemplo (ni hablar de Ferenczi), más que hablar de teorías o lo que ocurre al paciente, te confrontan con lo que le ocurre al analista, te pone a tierra los límites, la humanidad que no se puede poner "entre-paréntesis" en un ideal de neutralidad.
Puedes pasar varias páginas leyendo a Winnicott viendo casos clínicos sin teoría alguna para maquillar, solo detallando lo sucedido al analista, analizando al analista, dejando en evidencia los límites de su atención flotante y sus asociaciones e intervenciones. Sin Falso Self
 
Lo más fuerte que he leído del Psicoanálisis relacional o intersubjetivo es su postura de que hagas lo que hagas, siempre causarás algún dolor a quien analizas. Como ya dijo Bion, todo nuevo saber no es sin dolor. Pero no solo en lo teórico, sino DETALLANDO casos a sus entrañas.
El Psicoanálisis intersubjetivo muestra una clínica donde lo que uno creía tener bajo control o en manejo clínico, te hacen ver que podrías estar equivocado dando por sentado un ritmo que creías era el adecuado para dialogar. Es una clínica que sincera y pone nuevos límite a autocriticas fecundas.
 
Los analistas consciente/inconsciente han usado algún ritual mínimo, un hábito rítmico, una pauta o estilo para sobrellevar la clínica, para así evitar la figura tercera en juego o atreverse a jugar en la terceridad clínica con sus improvisaciones creativas. Se aferran al control.
NO ES expulsar las costumbre de pregunta-respuesta en turnos medianamente moderado. O la postura pasiva-activa de ritmos en los discursos clínicos.
Es dar cuenta que aquello no debe ni debería ser naturalizado en roles clínico. Pues allí, se repiten transferencias y solidifican
Cuando suena un teléfono, ladra un perro, se cae la señal de internet o uno pierde la atención o se acelera. Los Ortodoxos dicen trasnochados: TE FALTA ANÁLISIS. Pero eso no excluye que lo pudoroso surja. Podemos meterlo al closet teórico y hacer como si nada, o podemos emplearlo.
De otro modo aparecerá el cinismo que tanto los alertó Ferenczi. Algo que, como sabe Winnicott, el paciente detectará aquello, hagamos lo que hagamos.
 
Eso sí, tampoco se trata de sincerar la contra-transferencia poniendo al paciente parte de una responsabilidad que no le compete.
¿Qué hacemos con aquello, donde a veces, el paciente detecta algo de nosotros?
Los Ortodoxos dirán: ES SU FANTASIA! SIEMPRE SE EQUIVOCAN EN SUS MEDICIONES. Winnicott dirá que pensar así siempre aquello es una defensa MUY ingenua.
De nuevo: Qué hacemos con ese espacio formado tercero?
Puede ser legítimo pasar por alto todo aquello, hacer como que existe, pero mejor no nos metamos en considerar algo de allí, hagamos como que no existe, sigamos sin tomarlo en cuenta para nuestra conveniencia. De nuevo, Ferenczi y Winnicott aclaran que allí surge lo clínico también.
 
Volviendo al tema de los pudores y tropiezos del analista, podemos refugiarnos usando el viejo artificio clásico ajustado: Cuando algo imprevisto así ocurra, ir "corriendo" a la Super-visión o Grupo Estudio a confesar en la MAYOR privacidad posible.
Es totalmente legítima recurrir a aquella última. Pues tampoco se trata de ser uno mismo como con un amigo frente al paciente o confesar contra-transferencias sin filtro. Pero también, podemos hacernos cargo teóricamente a la base de aquello y derribar el mito higiénico de sí.
 
Quizás sean legítimas las posturas en contra de Balint o Fenichel de un "nuevo comienzo". Ya sea vincular o relacional objetal. Sí, es legítimo que algunos analistas no se preocupen de eso mal llamado o que apresuradamente peyorativamente le llaman el "mero Imaginario".
Pero, sea peyorativamente llamado " mero Imaginario", como si ellos, pudieran ya AISLAR, PURIFICAR, EXTRAER, que ese mero costado Imaginario in-Significante es solo aquello, sin topar con lo Simbólico-Real que también le anuda, usando los términos de moda.
Citando a una autora tabú, index censurada, (que por insuficiente sean algunos aportes), para Anna Freud, por ejemplo, es importante mantener una posible equidistancia entre Ello, Yo, Superyo. Pues bien, vale similar para distancias equidistantes de anudamiento entre lo RSI de moda.
 
De Winnicott, lo que aparentaban ser asuntos obvios en su escritura. Parecían sencillos, pero no. Parecía al principio que Winnicott (de)escribía como pura obviedades clínicas, pero nada menos cierto! Es muy complejo, pues a más pacientes tengas o experiencias complejas clínicas (bio-psico-sociales), más complejo resuena Winnicott y ya no puedes leer a Winnicott como un autor sencillo y simple. Finalmente se convierte en uno de los autores más difíciles de leer: su sencillez ya es espesa, te obliga a recordar experiencias clínicas muy intensas con su claridad. Es más sencillo pasar por alto lo obvio en sus detalles, sin respirar de cerca lo que surge en sus entrañas. Por eso, leer a Winnicott no es estudiar pacientes como objeto externo, es analizarse uno allí en juego, sin falso self auxiliar.

viernes, 10 de junio de 2022

Sean Bienaventurados las Preciados

 

Autor: N.N sin piel ni átomo

Lo que puedo dar cuenta, es el fetiche manoseado de lo nouménico. Como es algo irrepresentable, incognoscible, dar rienda suelta a definir lo que le vengan en gana. Tal como los new age, que al hablar de lo que no puede explicar aún la ciencia, ellos se autodenominan los guías de lo oculto o el oscurantismo. Arrojan sus deseos en las catacumbas con romanticismos de masoquismos virtuosos y grandilocuentes de un aceleracionismo bio-quirúrjico.

 

Trayendo como principal objeto lo nouménico por sobre cualquier fenómeno cientifico empírico, se eclipsa todo aquello, en favor de su ingrediente fetiche: lo monstruoso.

 

La realidad nos pesa, sí, tiene su valor y determinación. NO IMPORTA! tenemos la impronta del desencabezado de fugas, pulgas, desontologización, como centro cremoso de los dulces, hacer de ese pedacito su único valor fundante, la parte por el todo. Edifican la buena nueva de la teología 2.0. Somos mortales, pero viva el cielo, somos mortales, viva la polimorfocidad perpetua.

 

Nada debe estar definido ni por el más mínimo instante, acelerar los cambios en el trans-cambio. Acelerar las partículas, inflar la entropía, dar entropía antes que detectemos un sistema naciente a priori. Arrebatar todo intento de freno o desaceleramiento. Si polvo seremos, seamos polvo aquí y ahora.

 

Si existe el LSD, somos convocados a romper límites. Tenemos la excusa y la garantía legítima. Tomamos antibióticos, Pasteur confeccionó la penicilina, ergo, ya tenemos la carta embajadora de exigir el monstruo, sentir placer de despertarlo en otros, gozar de provocar o infundir incomodidad a los cuerpos conservadores-patriarcales-heteros-cis.

 

Luchar siempre, habrá algo nuevo más, nuevas modas a diseñar. Lucrar con ellas siempre habrá espacio a salpicar nuevas tintas para tatuar la carne y convertirla en una graffiti-rayado urbano colectivo-carne fusionada con lo cyborg-químico.

 

No tenemos dioses a quien adorar, pero adoramos a la Ciencia, la tecnología, como el motor que nos brinda nuevos caminos que podemos adornar existencialmente a nuestro antojo. La identidad se define por el placer, por lo incognito. A priori aquello último es lo único que importa. Siempre podremos renovar el monstruo si cambiamos nuestra propia monstruosidad a modo consciente. Habrá más por producir en caso que no tengamos más reservorio en el baúl.

 

Preciado arma relato en sociedades tecnocráticas del primer mundo, rechaza con liviandad la biopolítica del nacimiento de la clínica, vigilar y castigar o las exploraciones griegas de la sexualidad de Foucault. Como si en Afganistán, Siria, África, habrá que re-conquistarlas en su emancipación bajo su legado político desde lo trans primero y desde como fin. Más que preocuparse por la contaminación, pobreza, corrupción, se queda prioritariamente en su ombligo de los fármacos y pornografía. Esto, debido que tras 1945 todo el mundo es ya porno-masturbador-químico: Actualicen a mis códigos morales, a mi trans-baile.