viernes, 10 de junio de 2022

Sean Bienaventurados las Preciados

 

Autor: N.N sin piel ni átomo

Lo que puedo dar cuenta, es el fetiche manoseado de lo nouménico. Como es algo irrepresentable, incognoscible, dar rienda suelta a definir lo que le vengan en gana. Tal como los new age, que al hablar de lo que no puede explicar aún la ciencia, ellos se autodenominan los guías de lo oculto o el oscurantismo. Arrojan sus deseos en las catacumbas con romanticismos de masoquismos virtuosos y grandilocuentes de un aceleracionismo bio-quirúrjico.

 

Trayendo como principal objeto lo nouménico por sobre cualquier fenómeno cientifico empírico, se eclipsa todo aquello, en favor de su ingrediente fetiche: lo monstruoso.

 

La realidad nos pesa, sí, tiene su valor y determinación. NO IMPORTA! tenemos la impronta del desencabezado de fugas, pulgas, desontologización, como centro cremoso de los dulces, hacer de ese pedacito su único valor fundante, la parte por el todo. Edifican la buena nueva de la teología 2.0. Somos mortales, pero viva el cielo, somos mortales, viva la polimorfocidad perpetua.

 

Nada debe estar definido ni por el más mínimo instante, acelerar los cambios en el trans-cambio. Acelerar las partículas, inflar la entropía, dar entropía antes que detectemos un sistema naciente a priori. Arrebatar todo intento de freno o desaceleramiento. Si polvo seremos, seamos polvo aquí y ahora.

 

Si existe el LSD, somos convocados a romper límites. Tenemos la excusa y la garantía legítima. Tomamos antibióticos, Pasteur confeccionó la penicilina, ergo, ya tenemos la carta embajadora de exigir el monstruo, sentir placer de despertarlo en otros, gozar de provocar o infundir incomodidad a los cuerpos conservadores-patriarcales-heteros-cis.

 

Luchar siempre, habrá algo nuevo más, nuevas modas a diseñar. Lucrar con ellas siempre habrá espacio a salpicar nuevas tintas para tatuar la carne y convertirla en una graffiti-rayado urbano colectivo-carne fusionada con lo cyborg-químico.

 

No tenemos dioses a quien adorar, pero adoramos a la Ciencia, la tecnología, como el motor que nos brinda nuevos caminos que podemos adornar existencialmente a nuestro antojo. La identidad se define por el placer, por lo incognito. A priori aquello último es lo único que importa. Siempre podremos renovar el monstruo si cambiamos nuestra propia monstruosidad a modo consciente. Habrá más por producir en caso que no tengamos más reservorio en el baúl.

 

Preciado arma relato en sociedades tecnocráticas del primer mundo, rechaza con liviandad la biopolítica del nacimiento de la clínica, vigilar y castigar o las exploraciones griegas de la sexualidad de Foucault. Como si en Afganistán, Siria, África, habrá que re-conquistarlas en su emancipación bajo su legado político desde lo trans primero y desde como fin. Más que preocuparse por la contaminación, pobreza, corrupción, se queda prioritariamente en su ombligo de los fármacos y pornografía. Esto, debido que tras 1945 todo el mundo es ya porno-masturbador-químico: Actualicen a mis códigos morales, a mi trans-baile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario