jueves, 26 de julio de 2012

Sobre las Construcciones en Psicoanálisis (segunda parte del ensayo sobre las Rocas y Calcos en Interpretaciones psicoanalíticas)

Tal como fue desarrollado en el anterior ensayo sobre "las interpretaciones de rocas y calcos". Dejamos al final de dicho ensayo una serie de preguntas que ahora las retomaremos, las cuales son: "¿Son las interpretaciones el principal y único camino para hacer consciente lo inconsciente? ¿Es la interpretación lo único que logra dar sentido a las transferencias entre paciente y analista? ¿Es la interpretación lo único que ayuda a levantar la represión?".

Teniendo en cuenta las facultades virtuosas y viciosas de las interpretaciones (señaladas en el ensayo anterior), Freud en sus últimos textos (retomando la manera analítica en donde trabajó en "A propósito de un caso de neurosis obsesiva" en 1910) abrió un espacio nuevo de gran contribución para la teoría psicoanalítica y su aplicación en la práctica.

Freud en 1937 en su texto Construcciones en Análisis se vuelve a preguntar: "¿Qué clase de material pone a nuestra disposición (el paciente) del cual podemos hacer uso para ponerle en el camino de recobrar los perdidos recuerdos?" Freud responde entonces: "Nos da fragmentos de esos recuerdos en sus ensueños de gran valor por sí mismos, pero grandemente desfigurados, por lo común, por todos los factores que intervienen en la formulación de los ensueños. También, si se entrega a la «asociación libre», produce ideas, en las que podemos descubrir alusiones a las experiencias reprimidas y derivativos de los impulsos afectivos suprimidos, lo mismo que de las reacciones contra ellos. Y finalmente existen indicios de repeticiones de los afectos que pertenecen al material reprimido que se encuentran en acciones realizadas por el paciente, algunas importantes, otras triviales, tanto dentro como fuera de la situación psicoanalítica."
De este modo, consiste en hacer surgir lo que ha sido olvidado a partir de las huellas que ha dejado tras sí, o más correctamente, construido el paciente. Así, será el tiempo y el modo en que se transmiten las construcciones. En esta tarea, el psicoanalista construye a partir de los fragmentos de recuerdos, de las asociaciones y de la conducta del sujeto.

En dicha labor, buena parte de lo esencial está conservado incluso las cosas que parecen completamente olvidadas están presentes de alguna manera y en alguna parte distorsionadas (por el proceso primario) y han quedado meramente enterradas y hechas inaccesibles al sujeto (en su posibilidad de hilar cronológicamente sus recuerdos). Por tanto, "se parece mucho a una excavación arqueológica de una casa o de un antiguo edificio que han sido destruidos y enterrados."
Sin embargo, Freud precisa ciertas diferencias entre arqueología y análisis: "para el arqueólogo la reconstrucción es la aspiración y el fin de sus esfuerzos, mientras que para el analista la construcción es solamente una labor preliminar."
Por supuesto, no es una labor preliminar en el sentido de que haya de "completarse antes de que pueda empezarse el trabajo siguiente, como, por ejemplo, ocurre en el caso de la construcción de un edificio en el que todas las paredes han de levantarse y todas las ventanas incrustarse antes de que pueda empezarse la decoración interna de las habitaciones."

Siguiendo a Bleichmar (2004), entre los materiales durante la sesión hay dos modos de operación: Interpretativa y Constructiva. La primera tiene que ver con hallar los detalles de una pintura que han sido separados (difuminados) de la totalidad para volver a unirla al todo. Mientras que en la tarea constructiva, se deben recoger los fragmentos que muchas veces no remiten a un todo o contexto relatado, más bien es una pieza sin un contenido donde amoldarse, está manifiesto en la repetición bajo lo indiciario (contenido arcaico lo llama también) o mediante un Signo de Percepción. Por tanto, no hay que integrar bajo una interpretación un contenido latente para hacerlo conciente. Hay que construir una cobija que logre dar un espacio y sentido a dicho fragmento, reconociéndolo primeramente como tal: una fragmento de algún goce, recuerdo, huella.

Por tanto, como dice Freud (1937), el camino que empieza en la construcción el analista debería acabar en los recuerdos del paciente (reprimidos), aunque no siempre se llega tan lejos. Cuando esto no se logra, se da un sustituto incompleto que produce algo completo, como si se hubiese recordado, aquí hay que ver en qué circunstancias ocurre esto y cómo es posible.

Aunque por supuesto, en el camino a la construccion se pueden ir jalando a la misma nuevos recuerdos, detalles y fragmentos que van anudándose en el proceso analítico. Es asi como en su texto sobre el hombre de las ratas de 1910, Freud apunta: "No es nada peligroso comunicar tales construcciones a los analizados, pues aunque sean erróneas no perjudican en nada el análisis, y claro está que sólo las comunicamos cuando integran una posibilidad de aproximación a la realidad. Efecto inmediato de la comunicación de esta hipótesis fueron unos cuantos sueños...". De esta forma, es en el proceso de Construcción donde podemos ir viendo las señales que nos indicarán (directa o indirectamente) acerca del paciente.
Así cierra su segundo apartado de su texto Construcciones en análisis (con humildad): "No pretendemos que una construcción sea más que una conjetura que espera examen, confirmación o rechazo. No pretendemos estar en lo cierto, no exigimos una aceptación por parte del paciente ni discutimos con él si en principio la niega. En resumen, «Todo se aclarará en el curso de los acontecimientos futuros.»"

Para seguir hondando, Freud incluso aclara las diferencias entre Interpretación y Construcción en el análisis: "El término «interpretación» se aplica a alguna cosa que uno hace con algún elemento sencillo del material, como una asociación o una parapraxia. Pero es una construcción cuando uno coloca ante el sujeto analizado un fragmento de su historia anterior, que ha olvidado, de un modo aproximadamente como éste: «Hasta que tenía usted n años, se consideraba usted como el único e ilimitado dueño de su madre; entonces llegó otro bebé y le trajo una gran desilusión. Su madre le abandonó por algún tiempo, y aun cuando reapareció, nunca se hallaba entregada exclusivamente a usted. Sus sentimientos hacia su madre se hicieron ambivalentes, su padre logró una nueva importancia para usted», etc."

Una de las tantas razones por las cuales Freud se vió en la necesidad de desarrollar las Construcciones analíticas fue por insistir en una de las críticas más repetidas y clichés al Psicoanálisis: en cuanto su valor de no importar si niegas mi labor o no (si afirmas o rechazamas la interpretación), siempre (el analista) tendrá la razón, sea por qué reprimes o niegas inconcientemente la verdad. De tal manera Freud se ha echo cargo de las criticas, explicando entonces que las interpretaciones y construcciones pueden darse tanto de manera acertadas como erróneas. Si damos construcciones erróneas, "al ponerlas en evidencia, no caemos en un perjuicio necesariamente, pues siempre se puede corregir en el transcurso. El “sí” a la construcción no tiene valor, a menos que sea seguido por confirmaciones indirectas, a menos que el paciente inmediatamente después de su “sí” produzca nuevos recuerdos que completen y amplíen la construcción. Por su lado, un “no”, es tan ambiguo y de menos valor, porque, puede ser una resistencia u otro factor de la complejidad de la situación analítica. Así, la única interpretación segura de su “no” es que apunta a la incompletud, por lo que la construcción no le ha dicho todo." (Freud, 1937)

Desde este ángulo, es posible que sea difícil saber si se acierta a una construcción, sin embargo, Freud se percata de que hay formas indirectas de hacerlo. Una es la forma de expresión con pocas variaciones entre diversas personas: “yo no pensé nunca” “esto”, lo que puede traducirse en “sí, tiene usted razón, acerca de mi inconsciente”. Sin embargo, desgraciadamente esto se ve más en simples interpretaciones más que en construcciones amplias. Otra confirmación es cuando el paciente contesta con una asociación que contiene algo similar o análogo al contenido de la construcción. Por último, a través de la parapraxia (cambiar palaras que suenan fonéticamente similares) una confirmación se insinúa en una negación. Por otro lado, si el análisis es dominado por una reacción negativa al presentar la construcción, esto se facilita. Si la construcción es mala no hay cambios, pero si es acertada o aproximada, el paciente reacciona con agravación de su síntoma y de su estado general. Como dice Freud: “sólo el curso posterior al análisis nos faculta para decidir si las construcciones del analista son correctas o inútiles: todo se aclarará en el curso de los acontecimientos futuros”.

Otra de las indicaciones señaladas en el texto hacia las críticas clichés hacia el psicoanalista, Freud recalca justamente que: "se ha exagerado mucho el peligro de que extraviemos a nuestro paciente sugestionándole para persuadirle de que acepte cosas que nosotros creemos que son, pero que él piensa que no. Un analista tendría que haberse comportado muy mal para que este infortunio le ocurriera; sobre todo habría de acusarse de no haber permitido al paciente decir su opinión."
Más allá de ello, Freud recuerda una crítica sostenida al Ego (Yo) como instancia supuestamente representativa del sujeto: "Un simple «sí» de un paciente no deja de ser ambiguo. En realidad puede significar que reconoce lo justo de la construcción que le ha sido presentada; pero también puede carecer de significado o incluso merece ser descrito como «hipócrita», puesto que puede ser conveniente para su resistencia hacer uso en sus circunstancias de un asentimiento para prolongar el ocultamiento de la verdad que no ha sido descubierta."(Freud, 1937) Aquello refleja lo que siempre se ha redicho en el Psicoanálisis como la ganancia secundaria de todo síntoma (goce, sustitución, etc).
Me detengo en este pequeño párrafo aprovechando que aparece en dicho texto, ya que es central esta distinción al momento de dar cuenta que muchas construcciones narrativas o relatos que se generan en alguna terapia, corresponden a defensas y resistencias de síntomas bajo una infatuación del Yo con todo su sentido imaginario. Pues así como tal es reprogramar pensamientos y/o conductas (TCC) que solo generarán un ticket del retorno de lo reprimido. Pues asentir a las narrativas del paciente o a sus relatos SIN una mirada Psicoanalítica en la transferencia bajo asociación libre, pues significa NO VER las contradicciones, los lapsus, los encubrimientos de deseos bajo la palabra vacía (del paciente) que rellena lo imaginario, engordando el tejido narcisistico sin tocar lo que se repite en el síntoma, sin desocultar lo Real, la falta. Es por ello que el valor de la transferencia en la asociación libre cobra un valor central. Es por ello que debe analizarse en la abstinencia transferencial, no responder o mejor dicho no corresponder a la demanda que manifiesta lo imaginario (a su forma de repetir), a su consulta manifiesta, (en otras palabras) creerle al "yo soy" del Yo. De este modo el deseo, las frustraciones, emergerán desde una óptica distinta que refleje "soy en donde no creo ser",  "soy donde olvidé ser", "soy donde no soy", "soy donde no quiero ser", "soy donde repito ser", "soy donde resisto desplazado el deseo". Por tanto, responder a la demanda (como asentir a las narraciones y relatos del paciente sin una mirada Psicoanalítica) segun nos dice Freud, es ser complice de su hipocrecia no revelada, complice de su ocultamiento, adornar de otro modo la ganacia secundaria del síntoma o el Ego. Por tanto, es complementario mantener la mirada atenta con las interpretaciones y no solo acudir solamente a las construcciones. Muchos de los elementos, fragmentos o detalles más importantes no están justamente en lo relatado o narrado, sino precisamente en lo no-dicho, lo que no se alcanzó a decir, en los sueños, en los chistes, en los lapsus, defensas, olvidos, silencios, fantasias, en su vinculo con el analista, etc. Aspectos que Freud puntualizó desde sus primeras obras que no debiesen pasarse por alto.

Como hemos avanzado, se ha ido entendiendo que la interpretación no es la única forma de cómo entender la utilidad o el sentido de la terapia, y esto también lo podemos ver en la hora de juego, la cual puede ser una instancia de construcción en el análisis. Tal como lo expresaría Rodulfo, el juego posibilita sus capacidades creativas, jugando al ser y no ser de los objetos con los cuales juega, construyendo su mundo. Así mismo lo aclara Freud en 1907: "¿No habremos de buscar ya en el niño las primeras huellas de la actividad poética? La ocupación favorita y más intensa del niño es el juego. Acaso sea lícito afirmar que todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose un mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo, grato para él." Además, siguiendo con Rodulfo: "se debiese comprender que ante las interpretaciones “el trabajo del juego deja de ser reactivo, como lo era en otras teorizaciones psicoanalíticas (defensa contra la emergencia de angustia, sustituto de la actividad masturbatoria, reacción tendiente a elaborar activamente un padecimiento sufrido bajo el signo de la pasividad, etc.) y pasa a concebirse como la actividad originaria por excelencia de la subjetividad, pasar a ser marca de la subjetividad” (Rodulfo, 2008:110). Vale decir, no toda simbolización representa una salida al conflicto psíquico (como otorgan las interpretaciones de rocas y calcos clásicas) sino que, más bien, en una primera instancia corresponde a la curiosidad y experimentación del niño frente al mundo, lo que luego puede constituirse en una simbolización que el niño acuña para constituir su psiquismo.


Por supuesto que, la interpretación también tiene un lado constructivo de llenar vacíos, donde lo consciente no repara en las asociaciones más profundas o de recuerdos pasados que liguen sentido a un momento presente. Pero, a cambio la construcción en análisis tiene que ver no en tanto a la búsqueda de una verdad o una parte del detalle que remite a un todo por contextualizar (no siempre un detalle o fragmento logra acloparse perfectamente en un todo que complete un puzzle). Más bien es construir hipótesis, caminos que permitan abrir preguntas o asociaciones que busquen dar sentido a lo que no se recuerda.

Lo que no logra dar sentido o significado a un suceso, no es tanto en un terreno sobre la verdad en juego: "tu trastorno alimentario se debió a que su madre proyectaba miedo sobre el sobrepeso", es más constructivo en el sentido de "seguramente podemos pensar que tu trastorno alimentario se debe a que tu madre se preocupaba mucho por ti y quizás eso te preocupó de alguna forma hasta hoy", a eso apuntaba justamente Freud en sus últimos ensayos "Construcción en análisis" de 1937 señalando formas que van más allá de la interpretación en cuanto tal.


Si no se considera en el análisis la posición de construcción, difícilmente se podrá situar en lo que Lacan llama "sujeto supuesto a saber", donde el saber no lo tiene de antemano el analista, sino más bien el paciente en su cadena de significantes a repetirse (síntoma). Por tanto, es importante posicionarse más como un arqueólogo que  (re)construye, que como un científico que infiere (interpreta) una verdad no dicha, olvidada. Son caminos distintos que no obstante son complementarios.

La interpretación analítica en su valor debe ser releída epistemológicamente en su valor socio-cultural y particular del paciente, más que rellenar con rocas y calcos las asociaciones del paciente hacia una roca verdadera. Tampoco es viable considerar que la construcción carezca por completo de interpretación, justamente como señala Freud, la construcción adquiere también su pertinencia en la medida que el paciente confirma “indirectamente”, esto de indirecto aún tiene atada las interpretaciones como las conocemos en sus modalidades interpretativas de lapsus, repeticiones, sueños, olvidos, etc.


En psicoanálisis las construcciones no solo tienen un fin de ordenar el pasado-presente para construir un futuro, también junto a las interpretaciones tiene el fin de comprender explicaciones y otorgar sentidos sobre aquellos sucesos que escapan a la voluntad, desligada en una compulsión a la repetición (síntoma). Como dice Laplanche, el trabajo analítico es de un camino temporal que va desde lo presente hacia el pasado y solo una vez comprendido esta parte se liga hacia el futuro. Por tanto, no se trata de construir sobre lo que diga el ego en (desde) su presente y validar todos sus caminos construidos. Freud enseñó que en dicho camino están los tropiezos, contradicciones, lapsus, silencios, sueños, defensas, narcisismos o imaginarios que alertan de algo más allá del lenguaje, más allá del ego, por tanto seria impertinente rechazar el papel de las  interpretaciones en análisis si se tienen en claro una cierta deconstrucción de las rocas clásicas psicoanalíticas.

Finalmente, se debe comprender que los sujetos no son meras vasijas donde el analista vierte sus teorías (rocas y calcos interpretativos señalados en el ensayo anterior). La persona va en búsqueda de ayuda, de una guía que le permita sentirse mejor en el mundo. Buscan más allá de las razones por las cuales se podría sentir así, porque en el fondo, se trata de una construcción del sujeto hacia una mejoría del síntoma, donde la interpretación puede ser muy valiosa si se ocupa adecuadamente, sin embargo, por si sola, no logrará la misión principal de la terapia psicoanalítica.

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