"colocar fuera de nosotros, en los objetos o personas del mundo externo, lo que consideramos malo en nosotros mismos, y ahà controlarlo y luchar contra eso. Un ejemplo cercano de esto puede apreciarse en la Alemania actual [1936], donde la expulsión y el maltrato a los judÃos constituyen, en el mejor de los casos, una tentativa de los llamados arias por sacarse de encima algo que no les gustó de sà mismos –intentan verlo en los judÃos, imaginan que lo han logrado, y luego se cree justificado perseguirlos y se sienten mejor después de haberlo hecho.
Hacemos esta clase de cosas; por ejemplo, cuando ávidamente atribuimos nuestro reumatismo a gérmenes, nuestros dolores al ácido úrico y nuestro malhumor al clima de Inglaterra en general.
Ahora bien, es fácil ver que muchas personas se muestran ansiosas (me refiero a sus sentimientos inconscientes) de encontrar en el niño los impulsos que odiarÃan ver en sà mismas confÃan en que controlando, adiestrando y educando al niño podrán sentirse mejor, incluso sentirse buenas. Estas personas se desesperan por ocuparse no sólo de sus hijos sino de los de sus relaciones, y de todos los niños de la ciudad o el paÃs en que viven. Las distinguirán fácilmente de quienes son amantes naturales de los niños porque aquéllas no pueden ver al niño Ãntegro, sólo ven sus burdos impulsos, que a su entender deben ser controlados."
En la imagen: Winnicott con 14 años de edad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario