Como vimos anteriormente ( http://repetir-deconstruir-elaborar.blogspot.com/2025/08/premio-nobel-de-fisica-para-los.html ), Lacanianos deliran extrapolando donde un líquido calentado al hervir, pasaría a dicho estado por mera discontinuidad: un rayo seudo-divino separó un estado del otro sin diacronía, sin cronología, sin continuidad alguna.
El mundo cuántico con cortes abruptos del tiempo-espacio, eclosionaría por medio de vacíos y sus agujeros de nada. Por tanto, necesariamente la tarea Clínica deberá emular aquello. Es decir, suturar fonemas por un lado con vacíos por otro. Sonido y silencio: 0 y 1. Ser y no-ser. Causal y A-causal. La dimensión cuántica se homologa a la realidad clínica a priori.
Lo no total, lo in-total, no completo, aquello no calculable de lo en-sí mismo, les da derecho a sostener el caos no tan caos, la nada no tan nada, para desplegar su clínica de cortes de sesión que estafan peor que taxímetro adulterado.
Cid Vivas (2004) en su texto "Lógica de la sesión corta". El autor nos ofrece un resumen del momento más cúlmine o supuesto climax clínico en un corte de sesión: "Esta mujer, aún joven se sienta una vez más frente al analista. Tras el silencio con el que inicia sus sesiones dice: “Ya no quiero vivir más en la basura”. Esa es toda la sesión, pues el analista la da por concluida. El contexto es el comienzo de la práctica con sesiones que no son ya de tiempo fijo sino la utilización de sesiones más cortas, donde además el corte marcara la evidencia de una intervención del analista."
Por lo menos así dejaría una mera huellecita pese a su búsqueda de eyacular lo más precoz posible abortando la sesión).
Continúa Cid Vivas (2004) procurando que: "El analista lacaniano al menos, no puede llevar las sesiones preparadas, porque el eje de su acción está orientado por lo Real y éste es imprevisible."
Vale decir, el analista mientras menos preparado y más improvisado, su actoral actuado sería más seudo "Real".
Cid intenta justificar su intenvención como adaptación al "sin-sentido", ampliando: "Volveré a la sesión cuya duración es esa frase: “Se trata de una paciente con un largo recorrido en análisis y que a pesar de que todo su trabajo anterior fue hecho con sesiones de 50 minutos o una hora, no le planteó muchas dificultades adaptarse a sesiones cortas.
El querer continuar su análisis, era porque una vez más su relación de pareja había fracasado sintiéndose responsable de ese fracaso.
El sentimiento de que ella vale poco para los padres, comparado con el valor de sus dos hermanos, especialmente el mayor, marcó indeleblemente su vida. En realidad podemos incluso atisbar que todos esos significantes no sólo con los que se define, sino bajo los cuales vive lo más cotidiano de su existencia, no son sino el intento de dar un sentido a ese hecho, a ese acontecimiento sin sentido, que es ser hombre o mujer. En este caso, ser una mujer, parece que es realmente el trauma y la desvalorización corresponde a la interpretación por el inconsciente de ese Real.
Así “Ya no quiero vivir más en la basura”, es una conclusión de toda una etapa de trabajo analítico que apunta a una desidentificación.
Es por eso por lo que tiene cabida ahí el acto analítico en su versión corte de sesión.
Aquí está claro que no se trata de alimentar más un sentido del que el síntoma se nutre a porrillo, sino de separar el sentido de aquello que por ser Real, precisamente no tiene ningún sentido." (Vivas, 2004)
Posteriormente el autor, se anticipa a priori en una adivinación que por ahí huele lo Real del asunto. Implicando consigo separar artificialmente el sentido puro de lo Real pleno absoluto que no tiene, sin más para él, "ningún sentido":
"Pero en ese corte mismo de la sesión, debemos de considerar dos momentos. Primero la conclusión de la analizante y luego el corte por parte del analista. Entre uno y otro lo que hay es un vacío. El abismo insondable que Lacan escribió con el matema S de A tachada." (Vivas, 2004)
Al modo de intervenir así, si hay supuesto "vacío" es meramente por la acción conductual que corta el analista en el proceso, dejando un grosero vacío de sentido en su burda intervención psicodramática de cortar el telón sin aviso:
"Se comprende cómo es la prisa lo que ocupa ese lugar vacío entre la conclusión y el acto, pues si no existiese la prisa la analizante ya estaría hablando de otra cosa y no sería posible tal sesión. Porque en efecto, se trata de una sesión construida por el analista." (Vivas, 2004)
Imagino siguiendo a Cid, que la gran prisa de drenar puro vacío como un orgasmo veloz, bajo su brevedad culmina eyaculando pura nada y vacío. Con tal prisa precoz que evita hablar otra cosa, cuyo precoz orgasmo, debemos abandonar al compañero-motel de la cama bruscamente o simplemente vetarlo de la habitación. De lo cual ahí coincidimos que es "una sesión construida por el analista".
"Una sesión inventada, incluso arriesgada si quieren, pero que no es caprichosa, porque si bien la decisión atraviesa un no saber, una ausencia de significante, es de las cadenas significantes que ha desplegado el analizante desde donde toma su razón de ser.
La aventura no es el capricho. Demostrar un Real. Es todo el asunto. El problema es que el Real del que se trata para Lacan es un real sin sentido y entonces el camino de un análisis va en la reducción del sentido del síntoma hasta el Real que es su hueso. Y es el acto analítico el que procede a la manera del acto quirúrgico con una clara escisión.
Y en cada sesión el corte de la misma se asemeja a ese acto quirúrgico, que separaría el sentido para permitir que lo Real no sólo se muestre, sino que se demuestre." (Vivas, 2004)
Para resumir lo aportado: Te muestro un sin-sentido, un psicodrama conductista de corte enigmático que sería el hueso sabroso o su metal precioso que toca el manoseado Real que genera.
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Contiuando con el texto titulado: La métrica y la rítmica de L. D’Angelo (2003). Nos introduce que: "En la práctica de las sesiones de duración variable, es un recurso de la acción analítica que permite designar el momento de la interrupción o de la suspensión de la sesión misma. Es decir, producir una escansión, para segmentar en el tiempo y en el espacio, la amplitud del discurso del analizante. En ese sentido, es legítimo proponer que, la sesión analítica es en sí misma una escansión."
Por tanto, habrá que ser un dios omnipotente y omnisciente para segmentar tiempo-espacio su amplitud, donde la sesión es en-sí misma, una mera escansión. Como si el discurso fuera una mera reproductora grabada que podemos pausar con un botón de corte tipo director de cine (esto para Tiempo puro), pero ya desde el Espacio, tenemos la cortesía de abortarlo de la habitación clínica y abandone el teatro. No sin irse con una cara meditativa al marcharse, propia cara de compungido al escuchar su maestro zen en un monte exiliado).
Añade D’Angelo (2003) la sorpresividad forzada: "Esa variedad de escansión, tiene el propósito de ser la de una detención, la de un cesar y la de un recomienzo, en la conclusión de la cita que invita a un próximo encuentro. Sin dejar de considerar que, también, dicha escansión, produce en el sujeto, el tiempo del impasse, entre una sesión y otra.
En este sentido la escansión está íntimamente ligada a la función de la interpretación, que si es verdadera, siempre confronta al sujeto al efecto de sorpresa, tanto al analizante, como al analista.
Sorpresas de las formaciones del Ics, en la superficie de la cadena asociativa, porque implica el desciframiento. Y acontecimientos imprevistos de la “rítmica” de las pulsiones, que producen los desarreglos del goce.
Pero sabemos, que el efecto de interpretación sólo puede valorarse a posteriori. Así, puede considerarse que, la escansión, por sus efectos, puede funcionar como interpretación, pero que no toda interpretación, es una escansión."
Para D’Angelo (2003) a priori la sorpresa es desciframiento mismo, vale decir, necesariamente una plena interpretación a toda ley "Real". Hay que ser pacientes para que el ingrediente clave emerja y en cuanto surja escandiría con teatralidad "rítmica" sorpresiva. A pesar que, no toda interpretación alcanza lo sabroso de una escansión gourmet.
D’Angelo (2003) pretendiendo injertar una nueva "lógica", conjetura que: "Lacan pretende poner en escena, un sujeto de pura lógica atemporal, que no es articulada a la visión simultánea de los elementos, como lo evoca, la lógica. Sino una conclusión intrínsecamente temporal ligada a un acto, al acto analítico."
Por tanto, Lacan pretendería emular el proceso primario atemporal de la ensoñación con su acting conductual de escansión. Una suerte de sincronicidad Jungiana universal inconsciente que nos conectaría mi atemporal corte con su atemporal sorpresivo sin-sentido hacia lo místico Real arquetípico.
En contra de la causalidad y linealidad, D’Angelo (2003) nos vende una idea supuestamente muy novedosa en la epistemología, salvandonos del oscurantismo del cual somos ilusos: "El esquema se inscribe en sí mismo en falso contra la nominación unívoca de la sucesión. Lo que aparece como anterior y posterior en el primer vector, encuentra un orden inverso en el segundo vector. Es un esquema de topologización del tiempo que supone introducir una puesta en forma significante de lo Real, que nos hace poner de relieve las relaciones que desmienten la evidencia simple de la sucesión."
Lo burdo expresado aquí, no deja más remedio que comentar a modo sarcástico, como si se hubiera descubierto la pólvora: existen propiedades psicológicas más allá de la simple sucesión. Con eso, Piaget se habría desmayado al descubrir esto mismo, James no podría creer tal ingenio, Freud jamás reflexionó sobre algo más complejo que la linealidad sucesiva.
Acompañado de lo Real y de sus tijeras mágicas, D’Angelo (2003) concluye: "El analista lacaniano, que orienta la cura hacia el encuentro con lo Real, no sólo está convocado a hacer uso de la escansión como instrumento analítico, sino que asume la lógica que subyace al discurso analítico . A condición de estar advertido que para estar a la altura de su acto, la acción de escandir la sesión, no sólo significa segmentar, cortar, el tiempo de una sesión a otra, sino que ella debe producirse en el momento preciso, a la hora del objeto a. Solo el tiempo tres de la conclusión, le indicará a posteriori, que la escansión de la sesión, no se ha producido ni antes, ni después; sino a la hora justa."
Hola! quisiera unirme a la Secta para un encuentro con lo "Real", donde la escansión será el ritual para alcanzar la hora del objeto a, en el momentito preciso. No suena para nada new age de sectas, todo resuena muy clínico y Real en la performance de su acting psicodramático.
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Harari, R. (1987) en "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis de Lacan", nos sitúa en la superioridad de este tipo de intervención por sobre cualquier interpretación: "La vacilación calculada puede valer, entonces, más que innumerables interpretaciones. Es un tipo de intervención que provoca un impactante efecto". (p.167).
Este juego de rol psicodramático actoral del analista, que busque sorprender lo que no se espera, Harari lo define en que: "El modo, muchas veces, de provocar un efecto analítico, es justamente hacer calculadamente lo que no se espera del analista. Les brindo un ejemplo muy simple. Un analizante llega a sesión media hora más tarde de lo convenido. Al arribar, señala que sólo viene para “avisar”, y que se va, porque se terminó “su” hora. Alli, el hacerlo pasar sería una intervención de este tipo. No interesa si a continuación venía otro paciente. Parecería ser, en ese caso, que se dio sesión cuando el analista quiso, o que se accedió a la demanda, que no se frustró la misma, etcétera. Si pensamos, por el contrario, en la propuesta convocante a la singularidad y no a la generación de normas —como si fuesen recetas—, la situación cambia. El analizante llegó tarde a la sesión dando por sobreentendido que iba a encontrar al analista en cierta posición. El hacer que no lo encuentre en el lugar que lo esperaba hace al orden de la vacilación calculada de la neutralidad; apunta, pues, a un encuentro fallido. Este movimiento forma parte de una serie de maniobras de la transferencia. Es una intervención en acto, un acto analítico, porque de allí emerge, se roza, un efecto de verdad —semi-dicha—, en el cual no está ausente la dimensión de la interpretación. (p.168)
Sobre el nihilismo clínico, tempranamente Lacan en su Seminario 1 dice: "«De esto se trata al fin de un análisis; de un crepúsculo, de un ocaso imaginario del mundo, incluso de una experiencia que limita con la despersonalización.»" (p.339).
Luego Harari lo justifica con la teología del ex-nihilo y jugar con al psicosis: "Indudablemente, lo de despersonalización resuena muy duramente, porque aparenta acercar el análisis a un ejercicio de carnicería iatrogénica. Se trata de un concepto extraído directamente del campo de la esquizofrenia; sin embargo, no hay por qué temerle a la concepción denotada por el término, tal cual es retomado por Lacan.
Yendo por partes, encontramos que el enunciado “en el 1ímite” no significa, no apunta, a una estricta despersonalización. No obstante, sí la hay en aproximación, porque el sujeto pierde, en esta circunstancia, los baluartes narcísicos que lo sostienen como un yo. La pérdida, claro, no es definitiva; tampoco se trata de una posible psicotización. Si alguien es neurótico, no lo convertiremos por esta inflexión en un psicótico; tal presunción, en verdad, no es más que otra de las ilusiones sobre los presuntos poderes ilimitados del análisis. Es posible sin duda— que, tal vez por prisa, tal vez por una mala captación del suceder de las entrevistas preliminares, tal vez por ambos motivos, un análisis pueda desencadenar —no determinar- una psicosis en un sujeto prepsicótico. Allí se argumentará, con certeza, que el psicoanálisis tuvo la culpa. En cierto sentido le cabe la responsabilidad, en tanto fue la práctica por cuyo intermedio se desencadenó la psicosis. Pero allí no se gestó, no se produjo ex nihilo —de la nada— sino que conformó, reitero, el fuctor desencadenante." (p.185)
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Un ejemplo canónico del yerno de Lacan es de J.A Miller (1987) en su libro "Introducción al método psicoanalítico". Claro ejemplo de su Corte psicodramático de "gran cuantía" $$$ en estafa, el yerno de Lacan nos da su ejemplo:
"«El hombre vuelve la semana siguiente (no voy a denominarlo paciente) diciendo que había pensado, después de salir de la primera entrevista, en telefonear para decir que quería anular el segundo encuentro porque no iba a iniciar un análisis.
Al escuchar eso, yo dije: "-Pues bien, en tal caso ..." y corté la sesión.
Fueron tres minutos de sesión y esta vez hice que me pagase.
No voy a decir la cuantía, pero era, por lo menos, el triple del precio de una sesión cara, eso después de tres minutos.»" (p.64)
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Podemos sumar a lo que ya hemos revisado del: "corte al vacío", "actor psicodramático", "nihilismo", agregar ahora el "absurdo performativo" dadaista. El propio Chamorro, J. (2011) en su libro "¡Interpretar!". Consigna que de última, la "interpretación debe ser corta porque si es más de una frase, empieza a ser explicativa. Y la frase explicativa refuerza el yo y refuerza los síntomas. Entonces la intervención lacaniana psicoanalítica, si dice más de una frase o más de una palabra, o más de una interjección, o un ruido o algo que se parece, que Lacan toma del estilo zen de la intervención, si va más allá de eso va a adquirir algo de sentido, y la intervención psicoanalítica pretende escapar al sentido." (Chamorro, 2011:12)
Más aún, al gritar por la ventana palabras sueltas tipo Budista zen bajo enigmas: “tenemos que encarnar la sorpresa de la intervención. Por eso no está mal, Lacan lo hacía también de esta forma, que la interpretación sea una voz en el momento en que el paciente se aleja del consultorio, cuando ya no lo espera. Lacan alguna vez gritó alguna interpretación por la ventana de su casa a un paciente que estaba alejándose" (Chamorro, 2011:21).
Más claro no pudo ser Chamorro (2011) al justificar con su ejemplo: “El paciente viene a hablar de tres sueños que contó, de una cosa muy importante que tiene que hablar, y el teléfono le hace una interferencia, empieza ring, ring, ¿cuál es la interpretación?, ring, ring, se terminó la sesión, o sea, es la irrupción de lo extraño tomando el factor sorpresa imprevisto del inconsciente (…) usarlo y hacerlo presente. Eso ataca el narcisismo, eso se llama castración, aunque sea un teléfono que suena a pesar nuestro. Eso es lo que al sujeto lo incomoda. Como nosotros lo tenemos que incomodar con nuestras intervenciones, incomodar su narcisismo (…) aprovechamos y le echamos la culpa al teléfono y decimos "Bueno, el teléfono intervino, interrumpió, la culpa no la tengo yo, la tiene el teléfono". Digamos que es hacer presente lo que ataca la consistencia narcisística del yo" (p.14-15).
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