Llegará a lo mejor el día, en que el Psicoanálisis se convierta en un antiguo método (ya juzgado en algunos círculos modernos ciencia-fílicas o transhumanistas) de exploración de una civilización ya inexistente. Vale decir, una práctica de curación tan añeja como lo fue la Mayeútica partera socrática.
Si bien el contrapeso crítico de la Cultura en contra de la acelaración, su fragmentación, su indiferenciación entre lo público y privado. No parecen ser suficientes para seguir otorgando espacio al Psicoanálisis como praxis de la palabra. No podemos ser ciegos que desde el discurso filosófico de la Modernidad la presencia de la razón instrumental sigue ganando terreno. Pareciera que la Modernidad cae rendida ante la globalización y la erosión por valores post-modernos.
En Chile al menos, pensar una clínica realmente psicoanalítica en el sistema de Salud Público es algo casi imposible, por no decir imposible y en frecuentes fracasos por establecer.
El ritmo del mercado global y la adaptación a su velocidad es la única pieza del puzzle que se le pide a todo Clínico como primera medida (en su mayoría como la única en objetivo).
El Psicoanálisis es fruto del discurso de la Modernidad: liberar a la persona de su repetición, de su angustia o de su pérdida de proyecto existencial. Se funda en una ética, su praxis es primero una ética que busca una liberación distinta que no sea por los medios estadísticos de ideales socio-laborales. Esto último ha cobrado el punto o el blanco donde siempre se esgrime la supuesta debilidad del psicoanálisis para el campo social. Campo social cada vez más arrojado a su entropía y volatilidad.
El punto medio o el camino que está entre una Clínica de una Esquizofrenización del campo libidinal (Guattari) VS la Normalización para futuros empleados-empleadores (DSM, CIE). Ya no existe dicha zona gris entre ambas y la sociedad no nos deja más espacio que obligar a polarizarnos entre uno o al otro. La posición continuamente re-flexiva, re-situada del Psicoanálisis como una propuesta clínica que no está en ni un lado o del otro, sino un intento de ser diferente. Pero sus entre-lineas son cada vez más delgadas al punto de desaparecer, junto con ellas.
No es primera vez que se habla de una "Crisis" del Psicoanálisis o de su "Final". Pero anteriormente las Lineas de Fuga eran menos diversas, los avances tecnológicos que aceleraban nuestras prácticas sociales cotidianas eran de una velocidad distinta a las de hoy en día. Desde nuestro presente, no podemos ser miopes al futuro ritmo, fragmento y velocidad que se avecina.
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