Expongo aquí dos párrafos que transcribí de la obra de Sigmund Freud que me parecen muy relevantes (con una bellísima prosa en su redacción) y que permean hilo a hilo con la posición ética-teórica de un quehacer clínico psicoanalítico que publico en este Blog.
La primera es una cita de un artículo llamado "Una dificultad del psicoanálisis". Resultado de una exposición a una revista que redactó Freud a fines 1916 y publicada a inicios de 1917.
"Lo anímico en ti no coincide con lo conciente para ti; que algo ocurra en tu alma y que además te enteres de ello no son dos cosas idénticas. De ordinario, el servicio que trasmite noticias a tu conciencia te basta para tus necesidades. Puedes mecerte en la ilusión de que te enteras de todo lo más importante. Pero en muchos casos, ese servicio noticioso falla y tu voluntad no llega más lejos que tu saber. Ahora bien, en todos los casos esas noticias de tu conciencia son incompletas y a menudo sospechosas; llegas a conocer los acontecimientos cuando ya se consumaron y no los puedes cambiar.
Aunque no estés enfermo, ¿quién podría abarcar todo lo que se mueve en tu alma y de lo cual no te enteras o recibes información falsa? Te comportas como un déspota absoluto que se conformara con las informaciones que le brindan sus consejeros áulicos y no descendiera hasta el pueblo para escuchar su voz (otra traducción: Te conduces como un rey absoluto, que se contenta con la información que le procuran sus altos dignatarios y no desciende jamás hasta el pueblo para oír su voz.) Entra en ti, en lo profundo de ti, y aprende primero a conocerte; luego comprenderás por qué debiste enfermar y si acaso luego evitarás enfermarte."
Cabe destacar que el artículo entero contiene esta misma fuerza argumentativa y rescato su genial alusión a los medios de comunicación como metáfora.
La segunda es de su Conferencia 24 (1917) Sobre la Nerviosidad común:
"Ya dijimos que el Yo coadyuva a la persistencia del síntoma, pues halla en éste algo que ofrece satisfacción a sus tendencias represoras. Además, la tramitación del conflicto mediante la formación de síntoma es el expediente más cómodo y agradable para el principio de placer; pues sin duda, ahorra al yo una penosa y considerable labor interna. En este sentido, hay casos en que el propio terapéuta tiene que admitir que el desenlace de un conflicto en la neurosis, es la solución más inofensiva y la más llevadera desde el punto de vista social. Que no les asombre entonces enterarse de que a veces el terapéuta abraza el partido de la enfermedad combatida por él. No se imbrica en todas las situaciones de la vida en el papel de un fanático de la Salud; pues el terapéuta sabe que hay en el mundo otras miserias distintas de la enfermedad neurótica y otros sufrimientos quizá más reales y todavía más rebeldes, y sabe también que la necesidad puede obligar a un hombre sacrificar su salud cuando este sacrificio individual puede evitar una inmensa desgracia de la que sufrirían muchos otros. Por tanto, si pudo decirse que el neurótico se refugia en la enfermedad para a un conflicto, es preciso conceder que muchas veces esa huida está plenamente justificada, y el terapéuta, habiendo reconocido ese estado de cosas, deberá retirarse en silencio y con todos los respetos.”
Aquí vemos lo importante que es mencionar la separación entre el fanatismo del discurso en la Salud Mental como poseedor de una verdad médica universal, con el sumo cuidado ético que Freud otorga a dicha disciplina en la particularidad vital de los pacientes. En este sentido, no se puede cuestionar al psicoanálisis como una disciplina que no toma en cuenta los aspectos intersubjetivos o sociales en juego y se centra sólo en lo intrapsíquico.
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